se juega la gran final,
es un clásico famoso
que tiene una eternidad.
Se juega en el purgatorio
en una cancha neutral,
ninguno dará ventajas
con tanta rivalidad.
El infierno se presenta en una cancha neutral,
ninguno dará ventajas
con tanta rivalidad.
con equipo titular,
Satanás será el arquero
Lucifer, el capitán.
Los cielos vienen con Gloria
bien dispuestos a triunfar,
San Pedro será el manija
del equipo Celestial.
El referí es la justicia
que juzga a todas las almas,
los ojos tiene vendados,
de silbato una balanza.
El partido ya comienza
con los cánticos de aliento,
los diablos sacando chispas
tiran sus fuegos al viento.
Los ángeles con sus trapos
no declinan ni un momento,
el fervor y el entusiasmo
se les escapa del pecho.
Los «oles» con sus encantos
bajan con toda su fuerza,
los Santos con muchos rezos
a sus muchachos apuestan.
Los diablos con maldiciones
alientan a sus infiernos,
el primer tiempo termina
clavado en un cero a cero.
A los cinco del segundo
San Francisco con un centro,
se la puso en la cabeza
y no perdonó San Pedro.
A los once en otro centro
lanzado por San Francisco,
San Roque de palomita
puso color y delirio.
A los quince en tiro libre
en un ángulo ponía,
San Miguel el tres a cero
desatando la alegría.
Con más fervor que con fútbol
los diablos se la jugaron,
Belcebú tomó la lanza
y mandó a la carga a sus diablos.
De contra de nuevo el cielo
lo tuvo en un mano a mano,
al infierno lo salvaba
el caño del travesaño.
Que partido de ida y vuelta
el que se estaba jugando,
los diablos no se rendían
ni aún cayendo derrotados.
El cielo con su tribuna
festejaba sin medida,
los diablos en gran silencio
se mordían la agonía.
A los treinta del segundo
apareció Maquiavelo,
con un bombazo impecable
tres a uno puso el duelo.
Llovían centros al área
al arco de San Gabriel,
y en una chilena heroica
descontaba Lucifer.
Tres a dos estaba el duelo
la tentación y la fe,
el infierno se jugaba
sin dar, ni pedir cuartel.
Faltaban cinco minutos
y el cielo volvió a mojar,
San Francisco hizo un golazo
eludiendo a Satanás.
Cuatro a dos estaba el pleito
tres minutos del final,
separaban a la Gloria
para ir a festejar.
Como un guapo en la patriada
Maquiavelo se hizo ver,
sólo tuvo que empujarla
el monstruo de Frankestein.
A un minuto de la hora
la salvó San Valentín
el partido terminaba
le dio fin el referí.
Cuatro a tres para la Gloria
que hoy ganaba la final,
en partido de hacha y tiza
imposible de olvidar.
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