jueves, 27 de febrero de 2014

LA GRAN FINAL.

Hoy domingo por la tarde 
se juega la gran final, 
es un clásico famoso 
que tiene una eternidad.


Se juega en el purgatorio 
en una cancha neutral, 
ninguno dará ventajas 
con tanta rivalidad.
El infierno se presenta 
con equipo titular, 
Satanás será el arquero 
Lucifer, el capitán.

Los cielos vienen con Gloria 
bien dispuestos a triunfar, 
San Pedro será el manija 
del equipo Celestial.

El referí es la justicia 
que juzga a todas las almas, 
los ojos tiene vendados, 
de silbato una balanza.

El partido ya comienza 
con los cánticos de aliento, 
los diablos sacando chispas 
tiran sus fuegos al viento.

Los ángeles con sus trapos 
no declinan ni un momento, 
el fervor y el entusiasmo 
se les escapa del pecho.

Los «oles» con sus encantos 
bajan con toda su fuerza, 
los Santos con muchos rezos 
a sus muchachos apuestan.

Los diablos con maldiciones 
alientan a sus infiernos, 
el primer tiempo termina 
clavado en un cero a cero.

A los cinco del segundo 
San Francisco con un centro, 
se la puso en la cabeza 
y no perdonó San Pedro.

A los once en otro centro 
lanzado por San Francisco, 
San Roque de palomita 
puso color y delirio.

A los quince en tiro libre 
en un ángulo ponía, 
San Miguel el tres a cero 
desatando la alegría.

Con más fervor que con fútbol 
los diablos se la jugaron, 
Belcebú tomó la lanza 
y mandó a la carga a sus diablos.

De contra de nuevo el cielo 
lo tuvo en un mano a mano, 
al infierno lo salvaba 
el caño del travesaño.

Que partido de ida y vuelta 
el que se estaba jugando, 
los diablos no se rendían 
ni aún cayendo derrotados.

El cielo con su tribuna 
festejaba sin medida, 
los diablos en gran silencio 
se mordían la agonía.

A los treinta del segundo 
apareció Maquiavelo, 
con un bombazo impecable 
tres a uno puso el duelo.

Llovían centros al área 
al arco de San Gabriel, 
y en una chilena heroica 
descontaba Lucifer.

Tres a dos estaba el duelo 
la tentación y la fe, 
el infierno se jugaba 
sin dar, ni pedir cuartel.

Faltaban cinco minutos
y el cielo volvió a mojar, 
San Francisco hizo un golazo 
eludiendo a Satanás.

Cuatro a dos estaba el pleito 
tres minutos del final, 
separaban a la Gloria 
para ir a festejar.

Como un guapo en la patriada 
Maquiavelo se hizo ver, 
sólo tuvo que empujarla 
el monstruo de Frankestein.

A un minuto de la hora 
la salvó San Valentín 
el partido terminaba 
le dio fin el referí.

Cuatro a tres para la Gloria 
que hoy ganaba la final, 
en partido de hacha y tiza 
imposible de olvidar.


Comentario:  
Divertidos poemas inspirados en el deporte que por estos días tiene al mundo en suspenso.  Cortesía del escritor y poeta argentino José Cantero Verni.

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